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Historia

“Como Primera Dama de la República, tuve la oportunidad de visitar el Museo del Niño en Venezuela, desde ahí nació el deseo de construir un espacio interactivo para nuestro país, que fuera un concepto novedoso no solo para Costa Rica, sino también para América Latina, debido a que, para ese entonces, únicamente existían dos museos de este tipo, incluyendo el de Venezuela.

La Administración Calderón Fournier (1990-1994) recién había entrado en función y enfrentaba un déficit fiscal, la falta de divisas y una caótica situación económica, por lo que mi propuesta parecía inviable en ese momento. No obstante, los serios problemas económicos no fueron obstáculo para poder comenzar a buscar recursos que permitieran dar inicio al proyecto.

Lo primero era encontrar un espacio donde ubicar físicamente el museo y para ello le pedí ayuda a Rafael Ángel, mi esposo, quien me invitó a exponer el proyecto frente al Consejo de Gobierno, con la esperanza de que los ministros pudieran aportar algún recurso.

Aunque escucharon mi propuesta, me hicieron saber que los Ministerios enfrentaban retos más apremiantes y no disponían de recursos en ese momento. Estaba por abandonar la sala de Consejo, cuando el Ministro de Ciencia y Tecnología, Orlando Morales, pidió la palabra y me ofreció una edificación, que, si bien pertenecía al Ministerio de Justicia, estaba siendo tutelado por su cartera: la Antigua Penitenciaría Central.

La Penitenciaría se encontraba prácticamente en ruinas, sus largos años de abandono habían dejado una huella indeleble en sus muros y, aunque estaba parcialmente ocupada por la Primera Comisaría, el 80% de su estructura lucía con un aspecto fantasmagórico, acorde a su negra reputación.

El embate de una agresiva vegetación se había apoderado de sus patios y muros, los techos habían sido removidos, el agua de lluvia se encontraba empozada en varios lugares produciendo un olor nauseabundo, además, los roedores, serpientes y alimañas merodeaban por el lugar.

Muchos factores lo habían llevado a ser considerado como el penal más temido del país: el hacinamiento, los asesinatos, los castigos inhumanos, los cultos satánicos, la corrupción y la degradación del ser humano. Esta era la imagen que prevalecía en la mayoría de los ministros de gobierno, para quienes este no parecía ser el lugar idóneo para albergar un museo de niños.

El Ministro Morales explicó que el lugar podía ser derruido, tal como estaba programado, pero, en lugar de convertirlo en una estación de autobuses, se podía aprovechar el terreno para construir el museo.

Pese a la oposición manifestada por todos los ministros a que siquiera se considerara el lugar, decidí ir a conocer el inmueble y valorar su potencial. De esta manera fue como conocí la Penitenciaría.

Cuando me preguntan qué vi en la Peni, respondo que fue ella la que me conquistó. Era como si me estuviera esperando para salvarla y yo, por mi parte, buscaba quien me ayudara a realizar un sueño. Dejé a un lado mis prejuicios y la vi con ojos diferentes: la despojé de sus malos olores, de su aspecto ruinoso, de su mala fama y de su oscuridad, y quedó develado ante mí un edificio magnifico e imponente, listo para ser transformado en el centro cultural que Costa Rica estaba esperando.

Fue en esa primera visita que el Centro Costarricense de Ciencia y Cultura tomó forma y sentido para mí. Como yo tenía muy presente los vacíos que existían en el campo educativo, social, familiar y cultural, este lugar nos daría la oportunidad de dar algunas respuestas al país a través de un proyecto multidisciplinario.

Unos pocos meses después de esta primera visita, Rafael Ángel me confiaría la reconstrucción de la Penitenciaría Central, lo cual representó un verdadero reto para mi despacho, desde donde se llegó a coordinar y desarrollar todo el proyecto.

En consulta con la Contraloría General de la República y la Procuraduría, se determinó que la figura legal idónea para la ejecución del proyecto era una fundación, es así como la Fundación Ayúdenos Para Ayudar (FAPA) asume el reto de reconstruir el antiguo edificio para fundar en él El Centro Costarricense de Ciencia y Cultura, un proyecto de orden privado en un bien público.”

Gestando el sueño...

El 27 de abril de 1994, en la explanada de la Antigua Penitenciaría se procedió a inaugurar el Centro Costarricense de Ciencia y Cultura, con la presencia del Presidente de la República y su Gabinete, la Junta Administradora de la FAPA, el Cuerpo Diplomático acreditado en el país, la esposa del Presidente Electo, Josette Altmann, el Obispo de San José, Monseñor Arrieta, invitados especiales, entre los cuales estaban quienes habían contribuido con la obra, patrocinadores, funcionarios, voluntarios y un grupo de niños que colaboraron como guías esa noche.

La emotiva ceremonia concluyó con la participación de la Orquesta Sinfónica Nacional, la cual ejecutó la Sinfonía 1812 en medio de los fuegos artificiales que iluminaron el cielo para dar paso al corte de cinta y la apertura de los portones.

Antes de entrar al museo, se proyectó en Kaopakowe el documental “Tierra de Gigantes” en el que se hace un resumen del significado que tiene para sus creadores la recuperación de un espacio donde la luz se impone sobre la oscuridad, un lugar de esperanza que se yergue sobre la desesperanza, un recordatorio permanente de que los costarricenses somos capaces de construir sobre nuestros errores y de tomar lo mejor del pasado para proyectarlo al futuro.

Ya han pasado 25 años desde aquel momento, y este “Castillo de los Sueños” sigue creciendo y trascendiendo generaciones.

Gloria Bejarano de Calderón

Ex Primera Dama de la República y fundadora del Centro Costarricense de Ciencia y Cultura.

Las salas del museo

El Museo de los Niños de Costa Rica se convirtió en el primer museo de su tipo en Centroamérica y el cuarto en América Latina.  Abrió sus puertas con tan solo 21 salas interactivas, y hoy en día los visitantes pueden disfrutar de más de 40 espacios de diversión, aprendizaje y sano entrenamiento.

El museo ocupa un área aproximada de 3.800 m², donde se concentran múltiples actividades y exhibiciones dirigidas especialmente a la población infantil, juvenil y sus familias. Al contario de los museos tradicionales, este se sustenta en los conceptos de experimentación e interacción, bajo la premisa de que es más fácil y divertido para los niños aprender jugando.

Las salas del museo muestran gran variedad de temas de interés educativo como el universo, la tecnología espacial, la historia de Costa Rica, la arqueología, la tierra, el bosque, el cuerpo humano, la televisión, la radio, la historia del banano y el café, los transportes, la electricidad, el agua, el antiguo Egipto, compras inteligentes, entre muchas otras temáticas.

Salas como “Mundosaurio” (única exhibición permanente de dinosaurios animatronics en la capital), “La Casa de Museíto y Museíta”, “Juguemos al Arqueólogo”, el Estudio de Televisión, “Kal-Yök ”, “Tierra”, “Sonrisas Brillantes”, “Experimentando con la electricidad y las telecomunicaciones”, “Súper Inteligente”, entre otras, son de las preferidas por el público.

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