“Como Primera Dama de la República, tuve la oportunidad de visitar el Museo del Niño en Venezuela, desde ahí nació el deseo de construir un espacio interactivo para nuestro país, que fuera un concepto novedoso no solo para Costa Rica, sino también para América Latina, debido a que, para ese entonces, únicamente existían dos museos de este tipo, incluyendo el de Venezuela.
La Administración Calderón Fournier (1990-1994) recién había entrado en función y enfrentaba un déficit fiscal, la falta de divisas y una caótica situación económica, por lo que mi propuesta parecía inviable en ese momento. No obstante, los serios problemas económicos no fueron obstáculo para poder comenzar a buscar recursos que permitieran dar inicio al proyecto.
Lo primero era encontrar un espacio donde ubicar físicamente el museo y para ello le pedí ayuda a Rafael Ángel, mi esposo, quien me invitó a exponer el proyecto frente al Consejo de Gobierno, con la esperanza de que los ministros pudieran aportar algún recurso.